Los gallos de Sánchez
La tuiterización de la política revive en las críticas sincronizadas al presidente por el resultado de Eurovisión


Tres días después, este martes continuaba en las redes sociales la moviola sobre Eurovisión, quizá uno de los mejores ejemplos —y no solo este año— de la tuiterización de la política, esto es, la tendencia de algunos representantes públicos de expresarse siempre como en X: pocas palabras o caracteres, mucho reduccionismo y una gran capacidad para traducir cualquier evento, incluso los festivos, en munición contra el enemigo. En esa realidad virtual y paralela, según @ppopular, Melody tuvo un mal resultado en el festival por culpa de Pedro Sánchez, y denunciar la masacre diaria de Israel en Gaza convierte a cualquiera en amigo del colegio de los terroristas de Hamás y en recalcitrante antisemita.
No es tu culpa, Melody. Tú lo hiciste muy bien, pero... pic.twitter.com/MfFPWtcVy1
— Partido Popular (@ppopular) May 18, 2025
“El consabido y habitual gafe de @sanchezcastejon y la estúpida politización de RTVE hunden a Melody en el Festival de #Eurovision2025 y la colocan antepenúltima", resume el diputado popular Rafael Hernando, quien ha dedicado buena parte de sus últimos tuits al festival.
Una vez definida la línea argumental, tuit a tuit se ha ido construyendo el relato. “Con Sánchez nos echarán de Eurovisión, de la UE y hasta de la ONU. Solo nos acogerán Maduro, Irán y Hamás”, augura el periodista Alejandro Vara. Su colega Carmelo Jordá resume así lo ocurrido: “El país que se defiende del terrorismo: segunda posición y ganadores del voto popular en toda Europa, incluida España. El país cuya asquerosa televisión y su repugnante Gobierno montan campañas antisemitas: ridículo en voto popular y terceros por la cola”. Periodista Digital también lo tiene clarísimo: “El gafe Pedro Sánchez hunde a Melody en Eurovisión intentando tapar que Santos Cerdán está en la corrupción”.
Varios medios enfocaron sus crónicas y artículos sobre el certamen con titulares muy parecidos: “Pedro Sánchez, cero points”; “Sánchez pierde Eurovisión”. O sea, poco originales y aún menos comprensivos: ¿a qué presidente no se le habría escapado algún gallo en su debut como cantante delante de tanta gente? Normal que Sánchez estuviera hecho un flan cuando salió al escenario de Basilea.
Además de “gafe”, abundan entre los comentarios tuiteros las palabras “politización” y “cortina de humo” para reforzar la disparatada tesis de que el presidente del Gobierno movió de modo sibilino los hilos que conectan La Moncloa con Basilea, donde se disputó el festival, para que Eurovisión cayera justo en plena masacre de civiles en Gaza y para que una oportuna polémica sobre la participación de Israel distrajese a sus rivales de las investigaciones judiciales en su entorno. De haber sido así, hay que decir que cayeron como moscas, porque el asunto estrella de conversación en las cuentas oficiales de la oposición y sus medios afines ha sido durante varios días, con lo carísimo que está el minuto de atención en redes, #Eurovisión.
Curiosamente, las acusaciones de “politización” venían a propósito del mensaje que RTVE sobreimpresionó antes de que comenzara la retransmisión de la gala —“Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina”— y no a cuenta de la campaña en las redes para dar puntos a Israel y fastidiar así a “los rojos”, “los zurdos”, “los giliprogres”. “Hay que echar a Sánchez votando a @vox_es, pero votar a Israel en Eurovisión también suma”, pedía en X, por ejemplo, el profesor universitario Rubén Herrero de Castro. Con la misma ilusión con la que un padre coloca el 10 de su hijo en la nevera, comentaristas neutros y puros, supuestamente despolitizadísimos, colgaban pantallazos de los 20 euros que habían invertido en apoyar a la candidata israelí —el máximo permitido, que suponía 20 votos por — no porque les hubiera encantado su actuación o porque esperen con fervor su próxima canción, sino para darle una lección al presidente del Gobierno.
Nunca he votado en eurovisión pero esta noche vamos a votar a Israel pero no por la libertad ni por la democracia sino por jorobar a los progres, no hay dinero mejor invertido. pic.twitter.com/1WCYpYmiQu
— Álvaro Lario (@AlvaroLario) May 11, 2024
Algo parecido sucedió ya en el Benidorm Fest de 2022, con unos y otros tomando partido —literalmente— bien por Tanxugueiras, bien por Rigoberta Bandini o bien por Chanel, quien fue la que finalmente se impuso en la selección previa. De milagro no se organizó una comisión de investigación parlamentaria sobre las votaciones, pero varias formaciones registraron preguntas en el Congreso cuestionando el método de elección. Luego Chanel quedó tercera, el mejor resultado de España en el festival en 27 años, y los pelillos cayeron a la mar como toneladas de pellets. Probablemente, el senador popular Vicente Azpitarte, quien celebró en su cuenta de X la derrota de Tanxugueiras y Bandini —“España dijo sí a la lengua vehicular que nos une a todos. España dijo sí a la igualdad entre hombres y mujeres. Ni lenguas que nos separan ni feminismo rancio”—, aún piense que el tiempo le dio la razón. La letra de la canción ganadora, SloMo, tenía, por cierto, un 61,4% de palabras en español; un 28,7% en inglés y un 9,9% de onomatopeyas.
Antes de Eurovisión, los termómetros vivos de la politización ya hicieron lo mismo con una cabalgata de Reyes —la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo no lo perdonará “jamás”— o con un torneo de tenis, el abierto de Australia de 2022, cuando Novac Djokovic, que había sido retenido en Melbourne porque se negaba a vacunarse de covid, recibió a miles de kilómetros los decisivos apoyos de Albert Rivera, cofundador de Ciudadanos, o de Javier Negre, hoy dueño de La Derecha Diario. “Veo a mucho hipócrita”, tuiteó el primero, “aplaudiendo la deportación de un tenista cuando ellos mismos se manifiestan contra las deportaciones de nuestra ley de extranjería”. “Si Djokovic”, abundó el segundo, “hubiese entrado en Australia vía patera, lo habría tenido más sencillo y le habría caído alguna ayuda”.
Mi hija de 6 años: "Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad."
— Cayetana Álvarez de Toledo (@cayetanaAT) January 5, 2016
No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás. #cabalgatatve
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
