Encantos de Cherburgo: su puerto histórico, su vínculo con el ‘Titanic’ y el submarino ‘Le Redoutable’
En esta ciudad sa marcada por el mar hizo la única escala continental el transatlántico más famoso

Los aviones vuelan y también es posible verlos en el agua. Entonces, ¿Por qué no vemos ningún submarino en el cielo? La respuesta es posible obtenerla en Cherburgo, una ciudad de la costa noroeste de Francia ligada al Titanic, al Desembarco de Normandía y a los submarinos, y también al agua, a las grandes gestas y a la tragedia. Este municipio abierto al mar tiene un puerto pesquero, comercial, militar y de cruceros. Y, para protegerlo del viento, las olas, las tormentas y los ataques de los británicos, el rey Luis XVI mandó construir en el siglo XVIII un gran espigón y una serie de fuertes. Más adelante, Napoleón I añadió un arsenal y un doble puerto militar: el Grande Rade, más alejado del mar, y el Petite Rade, que protegía el puerto y el arsenal.
Desde finales del siglo XIX y hasta 1970, aproximadamente, el puerto de Cherburgo fue testigo del embarco de cientos de miles de personas rumbo a América. Los motivos eran varios: el hambre, la falta de trabajo y las persecuciones políticas, religiosas y sociales, en el contexto de la II Guerra Mundial principalmente. Un conflicto que la ciudad vivió muy de cerca. Su puerto se liberó el 26 de junio de 1944, 20 días después del Desembarco de Normandía, en las vecinas playas de Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword.
En Cherburgo, algunas personas también pusieron rumbo a América a bordo del Titanic, un barco pensado para el lujo, la elegancia y el disfrute, no la velocidad. Entre sus pasajeros había aristócratas que viajaban por diversión, hombres de negocios que lo hacían por trabajo y familias pudientes de toda Europa que buscaban una nueva vida. El 10 de abril de 1912, a las 18.00, el Titanic, procedente de Southampton, hizo escala en el puerto de Cherburgo. Por sus dimensiones —269 metros de largo, 28 de ancho y algo más de 53 de altura, y con capacidad para unas 3.300 personas, entre pasajeros y tripulación—, en vez de atracar, permaneció fondeado cerca del puerto. Dos ferris de la naviera White Star Line, el Traffic y el SS Nomadic, se encargaron de transportar a los 281 pasajeros de primera y segunda clase del puerto de Cherburgo al Titanic.

En la actualidad, el SS Nomadic se encuentra en el dique seco Hamilton, en el Barrio Titanic, en Belfast (Irlanda del Norte), ciudad en la que se construyó este barco y sus gemelos, el RMS Olympic y el HMHS Britannic. Los tres eran propiedad de White Star Line.
El trasiego y el tamaño de los transatlánticos que hacían escala en Cherburgo hizo pensar a las autoridades locales en la necesidad de ampliar el puerto. Y el 30 de julio de 1933 se inauguró la Estación Marítima Transatlántica: una construcción enorme de estilo art déco y con aspecto de estación de tren, solo superada por el palacio de Versalles. En esa época, el puerto contaba con un pabellón de 280 metros de largo por 42 de ancho, en el que había sala de embarques, aduanas, equipajes y tiendas, para dar servicio a embarcaciones del tamaño de un leviatán y a sus miles de pasajeros. Aquí atracaron embarcaciones propiedad de la compañía Cunard y denominadas “Notre Dame des Queens” (Queen Mary, Queen Elizabeth, Queen Elizabeth II, Queen Mary II...). Además, en un vestíbulo contiguo de 240 metros de largo por 40 de ancho había tres plataformas que daban servicio a unas vías ferroviarias que conectaban con la línea del ferrocarril Cherburgo-París, desde donde venían e iban muchos de los pasajeros. Algo que hicieron hasta la década de los setenta. El auge de la aviación civil redujo el trasiego de transatlánticos rumbo a América hasta el punto de que la Estación Marítima Transatlántica cayó en el olvido.

Este abandono se prolongó hasta el 29 de abril de 2002, fecha en la que se hizo realidad el proyecto de convertir la antigua Estación Marítima Transatlántica en un museo dedicado a la exploración de los fondos marinos: La Cité de la Mer. Gracias a esta instalación, Cherburgo aloja 17 acuarios y exposiciones permanentes: en la recepción del complejo se puede ver una serie de materiales relacionados con el buceo y máquinas subacuáticas, en la sala equipajes hay una muestra sobre las grandes emigraciones a América y otra sobre el Titanic y su escala en el puerto de Cherburgo. En el exterior, en una bañera larguísima y estrecha, está el submarino Le Redoutable, un símbolo de la ingeniería naval y de la historia militar de Francia. Se trata del primer submarino nuclear con misiles, para disuadir, y el más grande visitable del mundo: 128 metros de largo y más de 10 de ancho y que podía albergar a una tripulación de 135 personas.

Xavier Ruelle, presidente de la Asociación de Antiguos Submarinistas y guía del museo, cuenta a El Viajero que Le Redoutable mide de largo más que un campo de fútbol y que puede descender unos 300 metros de profundidad porque el submarino no se diseñó para sumergirse a profundidades extremas, sino para ser silencioso. Una condición clave para llevar a cabo sus misiones, que iban desde la vigilancia hasta ataques estratégicos. Visitarlo sirve para hacerse una idea de cómo era la vida a bordo: estrecha, rodeada de es repletos de botones y palancas y donde en todo momento se oyen diferentes sonidos. Hoy esta nave, en vez de bajo el agua, está en la superficie y seco, que es lo más cerca del cielo que va a estar.
La visita a Le Redoutable puede completarse con otra a otro espacio habilitado en La Cité de la Mer: Océan sur Écoute. Una zona dedicada a los sonidos del fondo del mar que también ofrece una experiencia que traslada al puesto de mando de operaciones de un submarino.

Guía práctica de Cherburgo
- Cómo ir. Se puede volar hasta París y, desde la capital sa, coger un tren en la estación de San Lázaro hasta Cherburgo.
- Dónde dormir. El Hôtel Moderna es una buena opción, tanto por los servicios del alojamiento como por estar ubicado cerca de la estación de tren. La familia que lo regenta, de origen colombiano, habla español y conoce muy bien la ciudad.
- Dónde comer. El restaurante La Musette es de las mejores opciones de la ciudad.
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